Oriente Próximo en "Viajando con ZP"
Isaac Rabin con Yasir Arafat en presencia de Clinton
Fragmento de Viajando con ZP: "El Estado de Israel nació en 1948 ocupando, más o menos, la mitad del territorio del Mandato Británico y antes de eso una provincia del Imperio Otomano. La idea sionista de establecer un hogar nacional judío en Palestina estaba en marcha desde hacía décadas, pero ante la avalancha de emigrantes judíos supervivientes del Holocausto tras la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) el Reino Unido se lavó las manos como Poncio Pilatos y se retiró de Palestina sin dejar claro el relevo. De modo salomónico la comunidad internacional a través de la ONU optó por la partición del Mandato Británico en dos estados; uno israelí y otro palestino. Los judíos, liderados por Beri Gurión, lo aceptaron y los árabes no.
En ese contexto mirándose en el espejo del nacionalismo israelí y ante la constatación de q los estados árabes iban a lo suyo, nació el movimiento nacional palestino que, durante las décadas siguientes, encarnarían el grupo al-Fatah, principal componente de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), y su líder Arafat.
Hubo una guerra corta -la guerra de los Seis Días- pero implacable. Esta guerra se libró en 1967 e Israel pasó a ocupar el resto del antiguo Mandato Británico: Jerusalén oriental, Cisjordania y Gaza. Tras esta guerra Israel despertó una enorme admiración mundial. No tanto la posibilidad de que se quedara con toda Palestina: la ONU, a través de la resolución 242 del Consejo de Seguridad, le exigieron la retirada de los territorios ocupados en la guerra de los Seís Días. Jordania y Egipto renunciaron a ocupar Cisjordania y Gaza. La OLP se consolidó en Palestina.
¿Hay solución para este rompecabezas? Sí, la hay. Como observaron a finales de 2006 los escritores israelíes David Grossman y Amos de Oz, es la fórmula expresada a través de "paz a cambio de territorios". Consiste en que Israel se retire de los territorios ocupados en 1967 y que allí se levante un Estado palestino. Paralelamente, ese Estado palestino y el mundo árabe deben reconocer sin la menor reticencia el derecho de Israel a vivir en paz y seguridad dentro de sus fronteras anteriores a 1967. Mientras Jerusalén, Ciudad Santa, podría ser una ciudad unida municipalmente y capital de los dos estados. Sería volver al punto de partida que ya se planteó en 1948.
Esta idea pareció que podía empezar a materializarse en 1993, cuando, siendo el general Isaac Rabin primer ministro laborista, Israel reconoció oficialmente a la OLP, le devolvió algunas localidades y permitió la instalación de Arafat en Ramala. A cambio, la OLP reconoció el derecho a la existencia de Israel en las fronteras de antes de 1967. Esos acuerdos, alcanzados en Oslo y rubricados en la Casa Blanca por Rabin y Arafat en presencia de Clinton, nunca llegaron a buen puerto. Un extremista de derechas israelí asesinó a Rabin, las cesiones israelíes se detuvieron, terroristas islamistas cometieron salvajes atentados en Israel, la autoridad de Arafat y la OLP quedaron más que minadas, los islamistas del movimiento Hamás se hicieron cada vez más influyentes entre una población frustrada por el fracaso del proceso de paz y condenada a vivir en guetos...
El proceso de paz agonizaba en el cambio de milenio, aunque Clinton había intentado un acuerdo global de paz en los últimos meses de su segundo y último mandato. En Israel gobernaba el general conservador Ariel Sharon (apoyado por su correligionario Bush, y también Aznar, alguien que mandaba por así decirlo los GAL israelíes y que en sus tiempos mozos había sido quien había apretado el gatillo de forma ilegal, fuera del estado de derecho) y en los territorios palestinos Hamás desplazaba a al-Fatah y la OLP.
Y sin embargo, en el otoño de 2003, un grupo de personalidades israelíes y palestinas que no se resignaban a vivir en un mundo de locos, elaboró en Ginebra un plan de paz tan razonable, riguroso y detallado que constituye una referencia para cualquier intento serio de resolver el conflicto palestino-israelí."
Por esta historia de sueños rotos es tan importante el plan europeo que propuso Zapatero en noviembre de 2006 para Oriente Próximo, al que se sumaron el presidente francés Jacques Chirac y el presidente italiano Romano Prodi. Fue modesta al ofrecer una serie de puntos concretos entre los que contemplaba la posibilidad de un despliegue de fuerzas militares internacionales en Gaza y de una conferencia internacional de paz como la que había tenido lugar en Madrid en 1991. Supone un paso en positivo para que agentes internacionales tan importantes, como la UE, presionen en favor de la paz en la zona. En este conflicto está en juego el mundo entero. Tras esa propuesta el gobierno israelí presidido por el conservador Olmert lo rechazó, aunque un día después la ministra de exteriores hizo otra propuesta bien similar a la anterior (por cierto, tras el fracaso de Israel en el Líbano ya que no consiguió ninguno de sus objetivos como matar al líder de Hizbolá o acabar con los islamistas en la región hubo una comisión independiente que criticó la labor del gobierno, el vicepresidente Simon Peres que es del partido de izquierdas laborista dimitió mientras que el conservador Olmert lo atribuyó a una conspiración contra su figura).
Esta propuesta fue creíble porque venía respaldada por el hecho de que, el verano anterior, Francia, España e Italia se habían "mojado" en la zona, al ser agentes activos de la resolución 1701 de las Naciones Unidas, que terminó con la invasión israelí del sur del Líbano, y al despachar sin tardanza tropas al país de los cedros para intentar mantener el alto al fuego (el PP quiso compararlo con Irak cuando aquí lo apoyaba la ONU y se trataba de terminar con una guerra ya comenzada mientras que Irak supuso provocar una guerra con un saldo de 650.000 muertos más de cinco millones de desplazados y mayor inseguridad e inestabilidad en la región árabe).
A raíz de la radicalización de los dos bandos, del israelí y el palestino, hoy es más difícil conseguir la paz definitiva en la zona de Oriente Próximo. Sólo alentando, apoyando los valores de paz y solidaridad, de consenso como el camino que hay que recorrer cediendo hasta encontrarse en un punto medio se podrá llegar a una solución final. Es imposible que una parte se imponga sobre la otra por el equilibrio difícil de fuerzas en la zona. Lo que pase en Oriente Próximo en un mundo globalizado tiene cada vez mayores consecuencias sobre lo que nos pueda pasar a nosotros, por ejemplo a raíz del aumento del terrorismo islamista en todo el mundo. Como dice el primer epígrafe de este libro de Valenzuela, el conflicto palestino-israelí es un oasis hacia el que caminar, pues es posible llegar a un final en paz y prosperidad para ambas naciones (se ha estado más cerca de lo que parece). Y precisamente hacia ese oasis camina nuestro presidente, Rodríguez Zapatero, con la firme voluntad de diálogo como el Norte que le guía desde la moderación y el respeto "al otro".
En ese contexto mirándose en el espejo del nacionalismo israelí y ante la constatación de q los estados árabes iban a lo suyo, nació el movimiento nacional palestino que, durante las décadas siguientes, encarnarían el grupo al-Fatah, principal componente de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), y su líder Arafat.
Hubo una guerra corta -la guerra de los Seis Días- pero implacable. Esta guerra se libró en 1967 e Israel pasó a ocupar el resto del antiguo Mandato Británico: Jerusalén oriental, Cisjordania y Gaza. Tras esta guerra Israel despertó una enorme admiración mundial. No tanto la posibilidad de que se quedara con toda Palestina: la ONU, a través de la resolución 242 del Consejo de Seguridad, le exigieron la retirada de los territorios ocupados en la guerra de los Seís Días. Jordania y Egipto renunciaron a ocupar Cisjordania y Gaza. La OLP se consolidó en Palestina.
¿Hay solución para este rompecabezas? Sí, la hay. Como observaron a finales de 2006 los escritores israelíes David Grossman y Amos de Oz, es la fórmula expresada a través de "paz a cambio de territorios". Consiste en que Israel se retire de los territorios ocupados en 1967 y que allí se levante un Estado palestino. Paralelamente, ese Estado palestino y el mundo árabe deben reconocer sin la menor reticencia el derecho de Israel a vivir en paz y seguridad dentro de sus fronteras anteriores a 1967. Mientras Jerusalén, Ciudad Santa, podría ser una ciudad unida municipalmente y capital de los dos estados. Sería volver al punto de partida que ya se planteó en 1948.
Esta idea pareció que podía empezar a materializarse en 1993, cuando, siendo el general Isaac Rabin primer ministro laborista, Israel reconoció oficialmente a la OLP, le devolvió algunas localidades y permitió la instalación de Arafat en Ramala. A cambio, la OLP reconoció el derecho a la existencia de Israel en las fronteras de antes de 1967. Esos acuerdos, alcanzados en Oslo y rubricados en la Casa Blanca por Rabin y Arafat en presencia de Clinton, nunca llegaron a buen puerto. Un extremista de derechas israelí asesinó a Rabin, las cesiones israelíes se detuvieron, terroristas islamistas cometieron salvajes atentados en Israel, la autoridad de Arafat y la OLP quedaron más que minadas, los islamistas del movimiento Hamás se hicieron cada vez más influyentes entre una población frustrada por el fracaso del proceso de paz y condenada a vivir en guetos...
El proceso de paz agonizaba en el cambio de milenio, aunque Clinton había intentado un acuerdo global de paz en los últimos meses de su segundo y último mandato. En Israel gobernaba el general conservador Ariel Sharon (apoyado por su correligionario Bush, y también Aznar, alguien que mandaba por así decirlo los GAL israelíes y que en sus tiempos mozos había sido quien había apretado el gatillo de forma ilegal, fuera del estado de derecho) y en los territorios palestinos Hamás desplazaba a al-Fatah y la OLP.
Y sin embargo, en el otoño de 2003, un grupo de personalidades israelíes y palestinas que no se resignaban a vivir en un mundo de locos, elaboró en Ginebra un plan de paz tan razonable, riguroso y detallado que constituye una referencia para cualquier intento serio de resolver el conflicto palestino-israelí."
Por esta historia de sueños rotos es tan importante el plan europeo que propuso Zapatero en noviembre de 2006 para Oriente Próximo, al que se sumaron el presidente francés Jacques Chirac y el presidente italiano Romano Prodi. Fue modesta al ofrecer una serie de puntos concretos entre los que contemplaba la posibilidad de un despliegue de fuerzas militares internacionales en Gaza y de una conferencia internacional de paz como la que había tenido lugar en Madrid en 1991. Supone un paso en positivo para que agentes internacionales tan importantes, como la UE, presionen en favor de la paz en la zona. En este conflicto está en juego el mundo entero. Tras esa propuesta el gobierno israelí presidido por el conservador Olmert lo rechazó, aunque un día después la ministra de exteriores hizo otra propuesta bien similar a la anterior (por cierto, tras el fracaso de Israel en el Líbano ya que no consiguió ninguno de sus objetivos como matar al líder de Hizbolá o acabar con los islamistas en la región hubo una comisión independiente que criticó la labor del gobierno, el vicepresidente Simon Peres que es del partido de izquierdas laborista dimitió mientras que el conservador Olmert lo atribuyó a una conspiración contra su figura).
Esta propuesta fue creíble porque venía respaldada por el hecho de que, el verano anterior, Francia, España e Italia se habían "mojado" en la zona, al ser agentes activos de la resolución 1701 de las Naciones Unidas, que terminó con la invasión israelí del sur del Líbano, y al despachar sin tardanza tropas al país de los cedros para intentar mantener el alto al fuego (el PP quiso compararlo con Irak cuando aquí lo apoyaba la ONU y se trataba de terminar con una guerra ya comenzada mientras que Irak supuso provocar una guerra con un saldo de 650.000 muertos más de cinco millones de desplazados y mayor inseguridad e inestabilidad en la región árabe).
A raíz de la radicalización de los dos bandos, del israelí y el palestino, hoy es más difícil conseguir la paz definitiva en la zona de Oriente Próximo. Sólo alentando, apoyando los valores de paz y solidaridad, de consenso como el camino que hay que recorrer cediendo hasta encontrarse en un punto medio se podrá llegar a una solución final. Es imposible que una parte se imponga sobre la otra por el equilibrio difícil de fuerzas en la zona. Lo que pase en Oriente Próximo en un mundo globalizado tiene cada vez mayores consecuencias sobre lo que nos pueda pasar a nosotros, por ejemplo a raíz del aumento del terrorismo islamista en todo el mundo. Como dice el primer epígrafe de este libro de Valenzuela, el conflicto palestino-israelí es un oasis hacia el que caminar, pues es posible llegar a un final en paz y prosperidad para ambas naciones (se ha estado más cerca de lo que parece). Y precisamente hacia ese oasis camina nuestro presidente, Rodríguez Zapatero, con la firme voluntad de diálogo como el Norte que le guía desde la moderación y el respeto "al otro".
1 comentario:
la verdad es que si Clinton se hubiese quedado... todo estaría mejor, Clinton se equivocó en algunas cosas, sí, pero mucho más lo ha hecho Bush... Bush es como el PP español pero a lo bestia.
Muas Luis
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