jueves, 10 de mayo de 2007

La Voz de la Felicidad

Un mundo se abría bajo la atenta mirada de Ángel. Un cuadro sin la firma de su pintor donde tan sólo un sentimiento que abría sus alas le inundaba el corazón.
- ¿Te ocurre algo?- le dijo una chica de sonrisa amable.
- Nada, recordaba mi pasado, este sitio me ha llevado de la mano a través de momentos inolvidables- murmuró Ángel ensimismado.
- Suele pasar, este paisaje lleva consigo el eco del recuerdo en su luz. Es como una ventana que nos muestra los deseos, esperanzas y recuerdos ocultos en nuestro corazón.- sentenció la joven con una mirada inquietante.

Sin saber qué decir Ángel se volvió, la miró como esperando una explicación de lo que le acababa de decir, y sin mediar palabra comenzó a hablar en un tono bajo y pausado;

- ¿Sabes? He viajado mucho y he conocido lugares exóticos, pero sin duda alguna no hay nada como la gente que te rodea. He ido con el viento como una veleta, y no he tenido miedo ni a nada ni a nadie, siempre he encontrado la llave adecuada para el destino al que ansiaba llegar. Pero sin embargo echo en falta algo, por eso siento como un vacío en mi corazón. No comprendo por qué razón me has traído hasta aquí, porque ya superé la pérdida de la persona a la que amaba....

- No, te he traído para que te encuentres a ti mismo, para que te des cuenta de quién eres y de lo que vales. Tu vida ha sido feliz, no puedes quejarte. ¿Cuántas oportunidades te ha brindado la vida? Ahora, en el atardecer de tu existencia, no te resistas a volar, porque no hay mejor fin que el que llega en tu mejor momento, cuando brillas como una estrella de Oriente.- le interrumpió con un rostro serio.

- Quizás tengas razón, el futuro se construye a partir del presente. Pero tengo miedo a algo y no se a qué, una fuerza me oprime constantemente el pecho, tan sólo esta vista me permite respirar profundamente con paz. - suspiró Ángel con un aire de melancolía.

- El paisaje es tan sólo una ventana a lo oculto en nuestro interior, un espejo de nuestro corazón. Y recuerda. Sólo tú eres quien elige si seguir el camino o quedarse a medias. Y ahora, si me permites, me voy a ir y voy a dejar que reflexiones, tuya es la decisión.- le dio un beso en la mejilla y desapareció en el estrecho camino que descendía por la colina.

Ángel se quedó mirando el atardecer de aquel hermoso concierto de formas y colores, se había quedado solo y unas tímidas lágrimas acariciaron su rostro ya demacrado por la vida. Tan sólo los recuerdos le servían para arropar su alma, y podía oír las risas del pasado con el rumor del viento sobre las hojas. ¿Qué le esperaba tras la colina? Tenía que intentarlo pero no sabía cómo. Aquella chica le había mostrado el camino y él sólo tenía que andarlo. Así que decidido bajó la colina, donde sentada en un pedrusco le esperaba aquella amiga de mirada penetrante. Y con una sonrisa dulce le dijo;-¿Te animas a vivir tu vida? Es la capacidad de elegir lo que nos define como seres humanos que somos. Quiero que sepas, ahora que vas a luchar sóoo, que me tienes para lo que necesites, aunque al final seas tú quien tiene que vencer muchos obstáculos. Hasta la próxima Ángel. Y le volvió a dejar sólo, pero esta vez sorprendido por la despedida precipitada.

- ¡Eh! ¿A dónde vas? No se a dónde ir..... Pero tan sólo le contestó el eco de sus palabras, se había quedado definitivamente solo.Comenzó a caminar por el sendero de pedruscos sin saber muy bien a dónde ir.Ante sus ojos se elevó una pendiente, y al final del camino un castillo en ruinas. Una antigua fortaleza de la que quedaban dos torres. Aquellos dos monumentos gigantescos se interponían entre Ángel y el destino al que su corazón le llevaba. Entonces se quedó parado sin saber muy bien qué hacer, aquel lugar misterioso le daba pánico, y lo único en lo que podía pensar era en aquellos dos ojos que le arrancaban del sueño en el que estaba sumido.

- Y recuerda. Sólo tú eres quien elige si seguir el camino o quedarse a medias....-recordó para sus adentros las sabias palabras de su amiga. Entonces siguió hacia delante sin temor, y al traspasar las dos torres sintió un escalofrío, como si una sombra se apoderara de su mente. Pero siguió hacia delante sin miedo, cada paso que daba el eco le devolvía el sonido, se estaba dando cuenta de lo inseguro que era, esa era la sombra que se apoderaba de su mente, la inseguridad, el miedo a lo desconocido. Pero cada vez que se adentraba más en ese paisaje que antes había podido contemplar maravillado, se sentía más seguro de sí mismo, se estaba adentrando en un mundo nuevo y desconocido para él. Era la primera vez que osaba hacerlo y no tenía miedo. Sobre todo no tenía miedo a ese lugar que le había llevado su amiga, pues confiaba en ella, dejaba andar no a sus piernas, sino a su corazón, creía en la amistad....

Cuando traspasó las dos torres pudo ver cómo continuaba el camino serpenteante. Y sin dejarlo continuó andando hasta que se topó con una pradera llena de hermosas rosas, su color le evocaba a aquellos días de su juventud en los que el amor resplandecía con más fuerza que nunca. De repente una voz dulce le regaló la verdad a sus oídos, era su querida amiga;

- Descubriste a dónde querías ir, y te apoyaste en Alberto. Sabías que te ayudaría pero sin embargo no esperabas que desapareciera.... ¿Comprendes por qué estas aquí? Sé que estás perdido, que tu ansiado destino durante toda tu vida era la felicidad. Ahora debes de ser fuerte, que tu corazón sea el bastón que sostenga tu vida, si no lo haces ahora no lo podrás hacer nunca.... Superaste su pérdida pero no sabes enfrentarte a tu destino. Escúchame Ángel, mira a la cara a la vida sin ningún temor y entonces la conocerás, guarda los recuerdos bellos en tu corazón y nunca te derrumbes, lucha amigo mío. Por última vez te pregunto; ¿eliges la vida o la muerte? Yo tan sólo te he mostrado la verdad...

Ángel se sentía reconfortado por sus palabras, su sinceridad era la luz del paisaje que mostraba como una ventana los deseos, esperanzas y recuerdos reprimidos en su interior, ahora ya sabía lo que tenía que hacer. La vida le estaba esperando... By me. Luis Casas

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