domingo, 13 de mayo de 2007

Verano 2006/2
















1) Edificio de Naciones Unidas. 2) Vista panorámica de Manhattan en la zona sur de la isla donde está Wall Street. 3) Empire State Building. 4) Estatua de la Libertad. 5) Wall Street. 6) Central Park al atardecer con la Quinta Avenida al fondo.


Estando en el pueblo de Betty Tillman dos semanas y bastante aburrido me dispuse a planear mi viaje a Nueva York. Buscando información acerca de precios autobuses y demás para poder dirigirme a Nueva York. También intenté “contactar” con alguien que me pudiera enseñar la ciudad y algún rollete si se terciaba, jeje. ¿Por qué no decirlo? El hecho es que no busqué dar con nadie hasta que no supe que mi padre no pensaba dejar a mi hermana pequeña partir conmigo por miedo a que le pudiera ocurrir cualquier cosa en una ciudad tan grande como Nueva York. ¡Cuánto lamento ahora no haber ido con Elena! Acordamos mi padre y yo que yo madrugaría mucho para que Elena no se enterara y Betty Tillman tan amable como siempre me llevó a la estación de metro.

Aquella mañana me levanté temprano y me arreglé, preparé todo y a las siete y media de la mañana esperaba impaciente el que vendría a ser mi primer viaje sólo fuera de España. Sin amigos, sin monitores, sin ningún familiar…. Yo y Nueva York, una de las ciudades más importantes del mundo y el faro de occidente. Qué decir tiene que además de los rascacielos impresionantes y el estilo de Manhattan la ciudad la conforman sus ciudadan@s venidos de todas partes del mundo. Porque Nueva York es la ciudad de las oportunidades donde sólo triunfan los mejores. De echo el periódico más conocido y considerado como el mejor del mundo está ahí; “The New York Times”.

Betty Tillman me subió a su coche y me llevó a la estación de metro que estaba a un cuarto de hora de su casa. Cogí el metro y fui hasta Washington en dirección a la estación de autobuses. El recorrido en metro desde el precioso pueblo de Betty hasta Washington duró media hora, después tendría que coger otro metro para ir hasta el centro de Washington. La verdad que fue muy sencillo y eso junto a las ganas que tenía de ir a Nueva York me animó mucho. Estar en un metro de Estados Unidos era como estar metido en una película hollywoodiense viendo pasar ante mí las calles al estar en la superficie hasta que bajó al subterráneo para ir al centro de la capital política y militar de Estados Unidos, aunque mi verdadero destino era otro.

Cuando llegué a la estación de buses habían dos colas; la primera que era muy larga para ir a numerosos destinos del país y la segunda, mucho más corta que la anterior, para dirigirse a Nueva York en cuatro horas. ¡¡Las mismas horas que tardo en ir de Madrid a Valencia!! ¡¡Tan cerca y tan lejos a la vez de mi destino ansiado!! Me puse en la cola de espera para el autobús, que era muy larga y además aguantando al de delante que no paraba de hablar por el móvil y que luego sería mi compañero de viaje, y tuve que esperar media hora para subir al bus. A mitad de trayecto el conductor paró media hora a un lado de la carretera sin poder bajar del bus y luego prosiguió el viaje. Aproveché para llamar a la gente con la que había hablado durante cuatro días sólo a través de Internet y al final quedé con un hombre de 26 años brasileño en que me recogería. Al acercarme a Nueva York pensé que me deslumbraría pero justo antes de la famosa ciudad vi un pantano bastante sucio y me quedé un poco desilusionado, bueno bastante. Aunque no sabía siquiera lo que me esperaba…

Al acercarme el bus bajó por un túnel hasta llegar finalmente a la estación de autobuses de Nueva York. Lo que no me podía imaginar es que estaba en pleno corazón de Manhattan a sólo dos calles de la famosa Quinta Avenida donde se encuentra también el Central Park y el Museo Metropolitano de Arte.

Bajé del bus que se encontraba en un parking subterráneo donde estaba a todo bastante a oscuras y me metí en el edificio de la estación. Estaba todo repleto de tiendas y restaurantes. Comí allí una hamburguesa y me dispuse a esperar al brasileño que se había ofrecido a enseñarme la ciudad. Al final me dejó dormir en su casa dejándome una habitación y todo. Acordamos que él seguiría con su quehacer diario mientras yo visitaba por mi cuenta la ciudad. También me dijo que más de un día me acompañaría a visitar algún lugar. Y de hecho así fue.

Al salir de la estación de autobuses me quedé deslumbrado por la visión de los rascacielos además del continuo movimiento del tráfico. Estaba en el corazón del corazón de Estados Unidos, valga la redundancia. Tomé una instantánea de la zona en que estaba nada más llegar, y por tanto, de la primera impresión de una de las ciudades del mundo favoritas. Dicen que Madrid es muy cosmopolita… ¡¡Ja ja!! ¡¡Me río!! Ya me lo dije una ex compañera de piso, Dana, que no entendía cómo en Madrid la gente se pensaba que éramos el centro del mundo. Y razón no le faltaba. Fuimos a su casa y dejé las maletas. Estaba muy cansado y esperamos a la noche para dar una vuelta y cenar por ahí. A la mañana siguiente me levanté y él se fue al gimnasio mientras yo aprovechaba para visitar el Central Park. El tiempo que hacía en Nueva York era perfecto, por lo que el parque estaba repleto de gente tomando el sol o yendo en bicicleta. Me llamó la atención una caseta en tono así rojizo bonita que era para las marionetas.

Cuál fue mi sorpresa que el parque estaba en pleno centro de la Quinta Avenida, es decir, una parte daba a la avenida más conocida de Nueva York. Fui al Museo Metropolitano de Arte (Metropolitan Museum of Art) que contrastaba su estilo neoclásico con el resto de edificios de la zona, que se podía ver que era una zona residencial para gente con mucho dinero. Al entrar al museo me quedé maravillado con el hall, donde en la parte de arriba había una orquesta de música clásica que amenizaba la visita. La entrada me encantó, así como unas escaleras con pilares de la época romana a los lados que parecía que habías viajado en el tiempo. Este museo que visité tiene arte de todas partes del mundo. Tiene un templo al estilo del Templo de Deboth de Madrid, también tiene una reproducción en pequeño de una pirámide egipcia así como de un templo budista con su estatua y todo. Además de contar con arte de China o una reproducción a tamaño natural de una típica casa japonesa con su patio interior adornado con una fuente y su sala de tomar el té.

El museo contaba a su vez con una zona de la época medieval con las armaduras de la época y las armas, así como arte de África que por ejemplo pude ver una escultura echa para pedir a los “dioses” que lloviera. Trajes de indios de América del Norte, de samuráis… Pinturas del barroco, del renacimiento… Aquel museo me dejó sin palabras porque pude ver el valor de la cultura como nexo de unión entre todas las personas del mundo a través de unos principios universales. Cómo puede llegarse a un mundo en paz a través de nuestra riqueza cultural donde podemos que, al fin y al cabo, no somos tan “diferentes”. Al salir del museo muy cansado volví por Central Park y vi un lago donde ponía el nombre de la mujer de JFK, Jacqueline Kennedy. Pude contemplar el atardecer donde los rayos de sol acariciaban los rascacielos al fondo recortados por el verde intenso de los árboles de Central Park. Aquella experiencia me encantó.

A la noche cenamos por ahí y me fui a dormir pronto para levantarme al día siguiente y seguir con mis visitas. Aproveché para descansar y luego visitar la Quinta Avenida y la zona por donde estaba. A la noche también cenamos pronto, pero esta vez en casa y lo demás no lo cuento. Al día siguiente me levanté y fui a ver la Estatua de la Libertad pero como el metro es un lío y en un mismo andén pasan varios metros con diferentes destinos acabé dos paradas antes de la que quería ir. Y la verdad que en Nueva York no son iguales las distancias que en Madrid. Al salir del metro vi que estaba en la zona famosa de Wall Street, donde la bolsa y donde se han rodado tantas películas. Rascacielos altísimos de empresas y calles muy parecidas entre sí.

Estaba perdido y no se me ocurrió otra cosa que llamar a Alberto de Valencia, quien me agobió diciéndome todo lo que tenía que ver (para lo que hubiese necesitado un mes más por lo menos) y además dando más vueltas. Me estaba agobiando bastante al dar tanta vuelta y después de una conversación de por lo menos media hora colgué, no me extraña el facturón de móvil que me vino después. Me acerqué a dos chinas para preguntar y con una cara de mala leche ni me dijeron una sola palabra. Luego pregunté a una mujer de unos 30 años muy maja para preguntar por Naciones Unidas y la Estatua de la Libertad, opté por la Estatua y me dirigí calle abajo. El hecho es que con la tontería de tantas vueltas acabé necesitando un día entero para ver la dichosa estatua. Mucha gente dice que esperaba más de la Estatua, ¿pero qué quieren? Es eso, una estatua, demasiado hortera hay por ahí suelto. La Estatua de la Libertad es más la belleza de la misma y lo que representa; la libertad, la esencia de la democracia y, por tanto, de la cultura occidental.

Llegué a la zona del puerto y numerosas colas se agolpaban para coger un barco turístico con diferentes destinos. Pude ver a lo lejos la isla donde se sitúa “la estatua” y me encantó la vista panorámica del puerto con los barcos y la estatua al fondo. Acabé encontrando la cola para ir a verla y cuando estaba a punto de subir a bordo me dijeron que ahí no se compraban los tickets, así que me tocó esperar la dichosa cola de 20 minutos dos veces. Iba un poco de pardillo la verdad pero bueno. Al subir al barco es donde más pude comprobar la cantidad de gente de tantas partes que van a Nueva York. Gente de la India, de África… ¡¡Me encantó!! Al acercarse el ferry a la estatua pude tomar varias fotos y me encantó, aunque no me apeteció esperar una hora para subir a la estatua para tener una vista que estaba teniéndola mejor desde el mismo barco.

Luego al volver bajamos y varios jóvenes hacían marabalismos mientras esperábamos a poder bajar del barco. Lo estaba deseando para poder volver a casa ya que aquella noche íbamos a salir de fiesta. Volví a casa y vi un poco más la zona donde estaba para luego quedar con el brasileño como le llamo e ir a cenar por ahí. Cenamos en un sitio donde comí una pasta muy rica y los camareros eran latinoamericanos. ¡Cuánto lo agradecí! Luego me llevó a unos pubs de ambiente por la zona y conocía a la mujer de la entrada, la verdad que el sitio era tipo “El Gris” y acabé liándome con un canadiense. Al salir estaba ya bastante perjudicado y acabé hablando con un chico que me preguntó que de dónde era, le dije que de España y me dijo algo así como ¡oh! ¡¡Zapatero!! ¡¡Mucho mejor que nuestro presidente (Bush)!! Casi nos liamos pero me contuve porque llevaba un caminito nada bueno…. Es que fue decir eso y me derretí, además de ser el típico chico moreno con el pelo sólo un poco largo muy guapote. Ligué más allí que aquí….

Al día siguiente me quedé dormido durante el día, si me volviera a pasar no dormiría tanto porque hacerlo en Nueva York debería ser un delito penado. Cenamos en la zona gay de Nueva York en un restaurante muy bueno y barato. El sitio me encantó con una terraza que daba a la calle y se respiraba un ambiente muy tranquilo. La verdad que los sitios allí son muy sofisticados y la comida bastante buena. Luego aquella noche me dijo de llevarme a la zona de Broadway pero de camino nos encontramos a unos amigos suyos. Aquello me recordaba a Queer as Folk pero bueno. Contándose todos los chismorreos y tal. Fue curioso no se, era como en Madrid con Ferxu y tal pero a la americana.

Después nos dijeron de ir con ellos a una discoteca así que yo no me opuse. Me presentaron a más gente y acabamos en una discoteca decorada en plan chino oriental con una zona con mesas para sentarse, una pista de baile amplia y una zona para los gogós. Había dos plantas y dos barras. Evidente. Después de aquella noche de locura en la discoteca al día siguiente volví a quedarme dormido. Así que sólo aproveché para dar alguna vuelta y ver más calles de esa maravillosa ciudad que es Nueva York. A la noche volvimos a cenar por ahí e hicimos turismo de noche, pero no penséis mal. Fui a la zona cero donde los atentados del 11-S en las Torres Gemelas y aquello fue como ir a un cementerio. El contraste de los grandes rascacielos y la manzana solitaria fue tremendo… También pude estar en uno de los metros de la zona cercana a donde tuvo lugar aquella catástrofe.

Una vez habiendo visitado la zona cero cogimos un taxi y dimos una vuelta por el famoso puente de Brooklyn en la noche iluminado. Fue como mágico y la sensación de libertad fue embriagadora… Aquella zona no era muy segura así que nos dirigimos a la zona de Stone Wall, es decir, al barrio donde comenzó la lucha gay por el reconocimiento de los derechos humanos allá por los años setenta donde una de las primera mujeres que fueron un símbolo gay fue la protagonista del “Mago de Oz”. O eso me dijo el chico. Vi el parque donde estaban las figuras de dos chicos que son pareja y dos chicas también pareja así como el primer bar gay de Nueva York.

Al día siguiente ya me levanté por fin pronto y acompañé al chico a que hiciera unos recados pudiendo ver otra zona de la ciudad. Luego me llevó a la Quinta Avenida donde pude ver una de las tiendas más famosas de ropa de Nueva York; Macy´s. Un edificio de seis plantas con todo tipo de ropa con bastante clase el hall principal. Cuando veía ropa pude ver a una dependiente negra bailando a Michael Jackson muy graciosa y el brasileño se puso a bailar con ella, mientras sus compañeras le decían en plan; Querida, estás como una cabra… También había un dependiente bailando salsa con una mejicana. La verdad que se respiraba mucha alegría en Nueva York, y eso te contagia. Bajamos a la zona para los turistas y me compré una sudadera de Nueva York.

Después de aquella visita fuimos al Empire State Building y vimos el atardecer en la planta número 86. Las colas eran larguísimas y el edificio recordaba a la época dorada de los años 20. Arriba pude ver todo un espectáculo de colores y luces que bañaba toda la isla de Manhattan. Inolvidable. Poder ver la zona de Wall Street a lo lejos o los puentes colgantes que conectaban el centro con los barrios del Bronx entre otros me emocionó. Estaba como poseído sacando fotos.

Después dimos un paseo por la zona viendo cómo atardecía ya finalmente con todas las calles atestadas de gente y todos los grandes carteles publicitarios. Toda la ciudad es clase, jeje. ¡Quiero volver con vosotros, y que se venga Alfredo que se moriría del gusto! Cenamos por la zona de Stonewall en un restaurante muy moderno lleno de gente. El brasileño se conocía a unas mujeres que estaban en un gimnasio y les saludó. Volvimos a casa y a dormir. Mi estancia la había alargado dos días más de lo inicialmente esperado. Y mi hermana mientras enfadada conmigo como es natural.

Al día siguiente ya fui yo sólo para el edificio de Naciones Unidas, estandarte de la legalidad y la paz internacional. La verdad que el anterior secretario general Kofi Annan ha puesto el listón muy alto para su actual sucesor. Cogí un autobús en dirección al edificio donde hubo una discusión entre la conductora del bus y un hombre en silla de ruedas. Ella le dijo que era la maldita reina del bus al más puro estilo de Woopi Wolberg. Aquella escena me encantó.

Al llegar a la zona de Naciones Unidas me quedé ensimismado ante el edificio y todas las banderas izadas. Al otro lado del río me recordaba imágenes de la película “La Intérprete” con Nicole Kidman como protagonista. Me acerqué y vi unas cuantas esculturas y enseguida entré en el edificio. El hall principal me volvió a recordar a “La Intérprete” y me dirigí al stand donde ponían los horarios de las visitas guiadas. Como tardarían dos horas para que fuera en español me cogí una visita guiada en inglés. La mujer que nos guió era china y llevaba cinco años en Nueva York así como un par de ellos haciendo de guía en Naciones Unidas. Era periodista.

Para empezar nos contó la historia de Naciones Unidas frente a una pared con la foto de todos los secretarios generales del mismo organismo. Pude ver luego el Consejo de Seguridad donde se decidió en 2003 la maldita guerra de Irak y la Asamblea General, ejemplo de una democracia mundial aunque en el actual mundo haya todavía muchos países sin democracia. La cuestión es; ¿se puede imponer la libertad? Me da que no pero bueno… Visitamos el Foro por los Derechos de la Mujer que estaba reunido así como el del Desarrollo Económico de los países. También vimos los regalos que habían sido dados a Naciones Unidas como la reproducción del barco real de Tailandia o una maqueta del tren de China, que es el más largo del mundo, ambos donados por los propios países. También una pequeña exposición de los efectos devastadores de las bombas atómicas lanzas en Hiroshima y Nagasaki. Y ahí se terminó la visita.

Volví a casa y aquella noche tuvimos una discusión. Como se dejaba llevar el brasileño demasiado por la exaltación me echó de su casa para luego perseguirme por las calles y pedirme perdón. Fue una experiencia un tanto rara por eso cogí un taxi corriendo y llamé al chico moreno de la discoteca y me dijo que fuera a una dirección que me facilitó. Allí me recogió, resulto ser unos de los creadores de una de las páginas web más conocidas de contactos en Nueva York como aquí Bakala.org. Fue muy majo conmigo y acabamos liándonos. Aquel día era mi último día así que como además él se iba a una casa en una playa gay cercana yo aproveché para volverme a Washington. Me presentó a un amigo muy gracioso que hablaba español pero así como muy rápido con un acento muy divertido.

Al volver a Washington me dirigí al pueblo donde estaba mi familia con la siempre sonriente y amable Betty Tillman pero para encontrar la casa di mil vueltas hasta entrar en un bar al más puro estilo norteamericano donde estaba la dueña así grande, el típico policía de la zona y el que servía, además del hombre mayor que tenía un tractor y venía del campo. Todos en la barra que dan la imagen de alguien desganado y acostumbrado al devenir diario. Pero luego resultaron ser muy amables y me dijeron dónde estaba la casa. Volví y me duché y al día siguiente de vuelta a Valencia.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

era muy amable conmigo asi que...
jajajaja ya te vale
menuda odisea.
me llevas la proxima vez?
;)

Anónimo dijo...

Como te los montas, eh!!
Espero poder visitar algún día Nueva York aunque antes tengo que visitar otros sitios.