miércoles, 27 de junio de 2007

El amor y la libertad en nuestra sociedad

Enamorado podría decir que he estado enamorado de dos chicos. Y tampoco era amor, puesto que para mi con el paso del tiempo una cosa es en-amorarse, o sea, en-chocharse, y otra el AMOR. Con todas sus letras. Pues para mí amor es CONOCER, COMPARTIR. Claro, que es mi visión puesto que otra cosa bien diferente es vivirlo. Y además de las otras dos cosas decir también que amor considero que es RESPETO, también se puede traducir en sinceridad, por lo que se ha de ser consecuente.

El amor es algo humilde, del día a día, de estar por casa. Puesto que el amor en sí es algo estándar, es sentir afecto por alguien, pero al final, el matiz siempre lo ponemos nosotros. Y depende al final siempre de NOSOTROS. Puesto que nosotros en última instancia somos los que elegimos sufrir o no sufrir, algo que muchas veces viene condicionado por el apego que tenemos hacia el "otro", el sentido de pertenencia, como si la otra persona fuera nuestra. Pero no, todos somos libres y elegimos todos los días con quien estar, eso es lo bonito del amor. Sin ningún tipo de ataduras falsas creadas por el ser humano para sentirse más seguro, para sentir que lo controla todo.


Y de paso lo enlazo con la política, algunos diréis... ¿cómo no? Pues ea, no os voy a dejar con las ganas, claro xDD… Pero decir que de esa misma manera que el matrimonio no es una cárcel, que somos libres y somos quién decidimos con quién estar (valga la redundancia) en eso consiste el divorcio. Hace más de 30 años, un ministro de la UCD socialdemócrata -puesto que la gobernante en la transición Unión por el Centro Democrático estaba formada por los democristianos de centro-derecha y los socialdemócratas- Fernández Ordóñez, sacó adelante la ley del divorcio, donde dijo más o menos que el desamor no lo marcaba una ley, el amor no lo rompía una ley sino el desamor. Pienso que también los "cuernos", ¿por qué no decirlo? y más elementos importantes. Además supone la liberación de la mujer en aquella época donde aún el matrimonio era una institución bastante patriarcal, vamos machista. Y encima cuando hay maltrato a la mujer con doble razón.

La derecha de entonces se opuso a dicha ley del divorcio totalmente junto a la Santa Madre Iglesia, y alegaron, a ver si os suena, que la familia se rompía, que era el fin de la humanidad, etc etc… y otro tipo de "lindeces", vamos, "soeces". Aquella ley fue muy positiva en sus tiempos para hacer más libres, y por tanto, más democráticos a todos los españoles - el primer valor en que se basa la Constitución es la libertad-. Hoy en día se ha aprobado el divorcio mal llamado "express". Que viene a ser una adecuación a nuestros nuevos tiempos, ya bien lejanos de aquellos años 70 que aún olían a franquismo y busca la total liberación de las personas. Al hilo contaré que en un viaje de autobús conocí a una señora que me lloraba y me explicaba cómo su marido con una notable influencia en Cataluña no la permitía divorciarse de él y la insultaba públicamente. Éste es un drama más de tantos otros que la ley del divorcio "express" soluciona.


Punto y aparte en muchas ocasiones nos preguntamos si sólo puede haber un tipo de amor. Si el corazón sólo puede latir en una dirección como durante siglos nos han hecho creer. En el último siglo nos hemos dado cuenta de que también existen otras formas de amar, de que nuestro corazón lata. Pero no ha venido como una revelación sino como resultado de una lucha incesante durante siglos de personas que creían en la libertad de amar que poco a poco, paso a paso nos han ido abriendo los ojos y, cómo no, también el corazón. Lágrimas, sudor y sangre han hecho falta verterse para poder empezar a sentir el olor del valor de las personas que lucharon por ello y el eco de sus palabras dentro de nosotros, en nuestra parte más íntima… Hasta tomar conciencia de ello y recoger su testimonio para mantener que su llama nos siga alumbrando.

El paso de la oscura Edad Media basada en la superstición y el miedo hacia Dios a la época de la luz y el triunfo de la razón en el Renacimiento como paso previo a una sociedad más moderna y abierta no se produjo de la noche a la mañana. Fueron pequeñas revoluciones marcadas por crisis en aquella época las que fueron conformando ese cambio desde los hornos de la cocina. Muchas personas dieron pequeños pasos que fueron fundamentales para esa revolución que se daría luego basada en la belleza y la confianza en el ser humano. El dejar de lado supersticiones que mostraban al ser humano como el centro de todos los pecados, como alguien demasiado imperfecto que tenía que pasarse toda la vida purgando sus “pecados”, con una vida marcada por el miedo y el sentido de culpabilidad no fue nada gratis.

Muchas personas tuvieron que dejarse la vida en esa lucha por la libertad. Y como la vida es el bien más preciado de una persona porque lo es todo recordar en silencio su extraordinaria labor para poder ser libres hoy día es una buena forma de rendir tributo. Es una forma de que su lucha permanezca en nuestra memoria colectiva para no volver a cometer el mismo error ni caer en la falsa sensación de la comodidad de los cojines suaves cuando la libertad no es regalada, sino conseguida en el ardor de la lucha en la calle. Esa libertad no es algo natural en el hombre sino el resultado de una lucha ardua durante siglos. Por eso mismo esa misma libertad conquistada podríamos perderla de muchas maneras sin que nos demos cuenta.

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